viernes, 27 de agosto de 2010

QUIERO UN AMOR ASI. . . .

Paren los relojes...


Paren los relojes, descuelguen el teléfono,
denle al perro un buen hueso para que no ladre;
acallen los pianos, suene sordo el tambor,
levanten el cajón y el cortejo, que avance.

Que los aeroplanos den vueltas gimiendo
y garabateen en el cielo: “El ha muerto”;
a cada paloma pública cuélguenle un crespón,
y la policía, que dirija el tráfico
usando guantes negros de algodón.

El era mi Sur, mi Norte, mi Este y mi Oeste era,
mi semana laboral y mi descanso del domingo,
mi charla, mi canto, mi alta noche y mi mediodía.

Pensé que el amor por siempre duraría:
estaba en un error.
Ya no hacen falta estrellas, sáquenlas a todas;
desmantelen el sol y la luna sea guardada;
desagoten el mar y acaben con el bosque;
nada de todo eso sirve ya para nada.


W. H. AUDEN / TRAD. DE M. ROSENBERG Y D. SAMOILOVICH

Cuatro bodas y un funeral (1994) logró ser un éxito en la taquilla sin condenar necesariamente al desván de las cosas inútiles algunos de los preceptos que impone la tradición de la comedia británica. El título es explícito al dar cuenta de los escenarios que transitan Charles (Hugh Grant) y sus amigos en busca, una vez más, del verdadero amor entre flirteos, trampas, arrumacos clandestinos y otras agradables convenciones. Sin embargo, abriéndose paso entre ellas aparece de repente la luz de Auden y su poema, recitado por el impecable Matthew (John Hannah) en el funeral de su amante y compañero Gareth (Simon Callow). El poema está incluido en el libro Twelve Songs, de 1936; en aquella primera edición se llamó “Funeral Blues” pero perdió el título en las sucesivas recopilaciones de la obra de Auden realizadas por él mismo, donde las doce canciones aparecen meramente numeradas

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