sábado, 28 de agosto de 2010

Conchas

Hay conchas que ríen y conchas que hablan;
Hay conchas locas, histéricas,
En forma de ocarinas y conchas lujuriantes,
Sismográficas,
Que registran la subida y la bajada de la savia;
Hay conchas caníbales que se abren de par en par
Como las mandíbulas de una ballena y te tragan vivo;
Hay también conchas masoquistas
Que se cierran como las ostras,
Con una perla o dos dentro;
Hay conchas ditirámbicas
Que se ponen a bailar
En cuanto se acerca el pene y
Se empapan de éxtasis;
Hay conchas puercoespines
Que sueltan sus púas y agitan banderitas en Navidad;
Hay conchas telegráficas
Que practican el código Morse
Y dejan la mente llena de puntos y rayas;
Hay conchas políticas
Que están saturadas de ideología
Y que niegan hasta la menopausia;
Hay conchas vegetativas que no dan respuesta,
A no ser que las extirpes de raíz;
Hay conchas adventistas que huelen
Como los adventistas del Séptimo Día
Hay conchas mamíferas
Que están forradas con piel de nutria
E hibernan durante el largo invierno;
Hay conchas navegantes equipadas como yates,
Buenas para solitarios y epilépticos;
Hay conchas glaciales
En las que puedes dejar caer estrellas fugaces
Sin causar el menor temblor;
Hay conchas diversas
Que se resisten a cualquier clasificación y descripción,
Con las que te tropiezas una vez en la vida
Y que te dejan mustio y marcado;
Hay conchas hechas de pura alegría
Que no tienen nombre ni antecedente
Y estas son las mejores de todas,
Pero ¿a dónde han ido a parar?

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