miércoles, 24 de agosto de 2011

De Carina Ruggiero

Hasta que llegue el hombre
que me enderece
de un soplo,
de una mirada
de un beso
….huracanado y dócil
montado en sus dos piernas
…Príncipe con panza, sin espada.
Derecho y hecho
al trote
al golpe y al martillo
de labrarse así mismo,
hasta dar con su forma exacta
de HOMVRE
con mayúsculas,
con errores ortográficos corrientes
…Sin horrores
tales
como las migajas.

Hasta que llegue el hombre
que admita mis arrugas
y logre encenderse al ritmo
de mis canas,
y navegar las turbulencias
de mi vientre,
para encallar en la playa
palpitante
que hay
debajo
de la carne
…Ahí
donde la pollilla que soy
muta en crisálida.

Hasta que llegue el hombre
que no me bese los pies.

Que me prometa nada
frente a las sábanas revueltas
de mis tantas muertes
y resurrecciones
el revés de mi nombre
…la grieta en la pared.

Hombre de sal, de viento,
de marea
de mazapán
de ojotas y domingos
…de copas llenas.

Hasta que llegue
abro las ventanas
enciendo el fuego
…Y preparo la mesa.

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