martes, 5 de abril de 2011

mi soledad

Delego mi melancolía a tu cuidado.
Dale un trato cordial, es vengativa.
Aunque siempre mantén distancia,
no querrás caer en sus redes.
Te dejo mis interrogantes mundanos y egoístas,
mis olvidos y mis recuerdos, tibios y con dulce olor.
Mis ausencias, que sirvieron. . . .
Mi temor al amor, mis inhibiciones prematuras.
Pero lo más preciado que te dejo, es algo peligroso
para todo ser humano, un arma de doble filo.
Si no le das uso, atesórala,
pero no la dejes suelta,
nunca dejes suelta a mi soledad.
Tan solo puedo dejar recuerdos imborrables,
corroídos por la miseria humana y elitista.
Tristes o joviales, mayormente compartidos,
ahora pertenecen a tu amplio repertorio.
Toda mi vida prescindí de lo material,
por eso lo extraño de mi herencia.
Todo lo físico es trivial e insignificante
pero los recuerdos son eternos. . . .

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